viernes, marzo 6

EDV - En nombre de la Libertad

Todo había pasado demasiado rápido... Sentir el rostro malherido descansar sobre el caldeado asfalto. Los ojos cerrados y la mente pensando en la nada más absoluta, intentando librarse de una horrible presión que atenazaba cruelmente la cabeza.... Los oídos solo percibían un agudo e incesante pitido mientras que por el lóbulo de la oreja corría lentamente un hilo continuo de sangre...

El transporte A-033 se detenía como todas las mañanas frente al edificio gubernamental de las Fuerzas de Opresión Intergaláctica. El general Holbrechz descendía del vehículo escoltado por dos soldados de su guardia personal. Los ojos del general escudriñaron el entorno. Frente a él la estampa no difería mucho de la de otros días atrás; el mismo paseo de oscuro asfalto que lo separaba de la entrada al magnánimo edificio no había cambiado, tampoco las grandes explanadas verdes que se extendían a ambos lados por las cuales proliferaban altos mástiles en los que hondeaban las banderas con la insignia del Cuervo Negro sobre fondo rojo. Mientras observaba esto, Holbrechz ya había comenzado a recorrer el largo paseo hasta el edificio, topándose unos metros antes con una descomunal estatua de piedra gris y fría sobre un alto pedestal levantada en honor a su figura. Tras rodear el glorioso monumento, el general se dirigía con paso firme hacia su destino, acompañado por el ligero marchar de sus dos soldados.

El sensor de movimiento detectó la presencia de las tres figuras y las puertas de aquel edificio se abrieron automáticamente a gran velocidad. Nada más cruzar el umbral, los soldados que le acompañaban informaban a través de sus intercomunicadores que el el general había llegado a su destino, sin novedad alguna durante el trayecto; en ese momento, el A-033 se movilizaba, esperando el nuevo aviso para volver a embarcar a Holbrechz.

La presencia del magnánimo militar, embotado en aquella gruesa y a la vez espléndida armadura, y realzando su figura con la gruesa y aterciopelada capa de tonalidades rojizas, provocó el silencio en la agitada recepción del edificio. Sin prestar atención a lo que acontecía en su derredor, Holbrechz avanzó con paso firme e impetuoso hacia los ascensores del fondo de la gran sala. Los operarios y funcionarios del gobierno prosiguieron con su trabajo tras saludar enérgicamente al general cuando, de entre la amalgama de servidores a la causa apareció un extraño ser de marcadas facciones alienígenas y piel azulada. -Mi señor, los informes de batalla son positivos. Desde la última ofensiva realizada en el Sistema de Tyyrea y la posterior toma de su capital las tropas bajo el estandarte del Cuervo Negro avanzan rápido y sin impedimentos-. Tras una pausa el alienígena continuó hablando: -Mi señor, ha de saber que hoy tiene audiencia con los embajadores de Krashau. Le están esperando; le acompañaré en dicho encuentro ya que, como me pidió, tengo redactadas las condiciones de capitulación-. Con un leve ademán de la cabeza, Holbrechz asintió sin ni siquiera mirar al alienígena...

La puerta se abrió, y la imponente presencia del general silenció la conversación que los dos embajadores de Krashau habían estado manteniendo en ausencia de Holbrechz en tono quedo. La voz imperante y profunda del supremo general resonó en la estancia. -Seré breve señores. Estas son las condiciones de capitulación que debéis de aceptar si no queréis que vuestro amado planeta sea sometido por la fuerza, como lo están siendo ya vuestros aliados del Sistema de Tyyrea-. Los embajadores de Krashau no creían las palabras del general acerca de sus aliados, pero callaron ante los recientes informes que Holbrechz les mostró al instante. -La situación al parecer se torna en nuestra contra... En vistas a esto, y habiendo tenido en cuenta esta posible situación, nosotros tenemos otra proposición que presentarle-. El otro embajador, situó sobre la amplia mesa un pesado artefacto que tras ser manipulado dejó ver una pequeña pantalla con un detonador de activación manual...

Los ojos del alienígena bajo las ordenes de su general parecían salirse de sus pronunciadas cuencas. Instantáneamente activó el campo de fuerza de seguridad que los aislaría del peligro inminente... Quizás fuera tarde para eso. Los embajadores clavaron sus miradas en el rostro de estupefacción de Holbrechz a la vez que pronunciaban unas palabras antes de que se produjera una catastrófica explosión en aquél emblemático edificio, corazón y núcleo de la opresión.


-¡En nombre de la libertad!...-



Todo había pasado demasiado rápido... Sentir el rostro malherido descansar sobre el caldeado asfalto. Los ojos cerrados y la mente pensando en la nada más absoluta, intentando librarse de una horrible presión que atenazaba cruelmente la cabeza.... Los oídos solo percibían un agudo e incesante pitido mientras que por el lóbulo de la oreja corría lentamente un hilo continuo de sangre...


Magister