viernes, octubre 22

EDV - Nada

“Un relato”, le habían dicho. “Escribe el relato que te inspire el mero hecho de contemplarla”. Como si fuera tarea fácil. Había pasado casi una semana desde que le encomendaron dicha tarea y aún no tenía ni la más mínima idea de lo que debía escribir…

Al principio pensó que la carencia de imaginación era algo normal, como un letargo temporal de sus musas que se esfumaría en poco tiempo, como ya le había sucedido en otras ocasiones. Llegado el momento la imaginación se desperezaría y comenzaría a pintar con su pincel de infinitos colores sobre el blanco lienzo que ahora era su mente, impulsándolo irrefrenablemente hacia su escritorio, aferrar entre los delgados dedos su pluma empapada en tinta y comenzar a arrancar las difíciles palabras que, atrincheradas en aquél papel en blanco, se le resistían día tras día. Pero no, su mente aún seguía yerma y estéril.

Volvió a visualizar el retrato. La conocía perfectamente. Su pelo largo y negro con tímidos mechones rojizos, cuales brasas en una hoguera, caía ligero sobre sus hombros; esos penetrantes ojos verdes que iluminaban su tierno y pálido rostro; y aquél largo vestido de elegantes tonos carmesí decorado con filigranas plateadas. Podía cerrar los ojos y la vería cada vez que lo hiciera reflejada en su mente con la misma nitidez que si la contemplara el lienzo con los ojos abiertos.

¿Un relato que describiera su belleza? Demasiado simple y vacío, su belleza resultaba evidente sin necesidad de hacerlo constar por escrito. ¿Algo acerca de algún episodio de su vida? ¿Una hazaña digna de recordar? ¿Un amor imposible, quizás? Nada de aquello le convencía. Sus días se habían reducido a un paseo sin descanso a través de todo su escritorio buscando un tema verdaderamente interesante que mereciera la pena escribir. Ese era el problema: escribir. Escribir sabe todo el mundo, se decía, pero escribir algo que realmente llegue a lo más profundo de las personas, ese algo que hace despertar ese sentimiento de satisfacción en el lector, eso es lo realmente tedioso y a veces incluso agotador… Se dejó caer en la silla. Su mirada fija en el retrato de aquella joven dama de rojo. Por fin las brumas de su mente se despejaron. La respuesta la había tenido siempre allí, a su lado, acompañándole de forma esquiva mientras paseaba por su escritorio. Ahora la había descubierto y ya no la dejaría escapar. La tinta empezó a fluir con ligeros trazos sobre el papel en blanco.

“Un relato”, me habían dicho.


Magister

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado muchísimo.
Al final encontraste la inspiración a medida que escribías ;)

Morticiaarias dijo...

Estupendo! y un tanto críptico también xD Pero es lo que lo hace especial.
UN beso :)