domingo, octubre 7

EDV - Venganzas de ultratumba

El resplandor de un relámpago iluminó el severo rostro del general. Instantes después el rugir de un trueno estremeció el oscuro cielo y la lluvia comenzó a caer.

Una multitud de gente se congregaba alrededor de un anciano que se encontraba atada de pies y manos a un alto tronco rodeado de atillos de maderos. Vestía unas túnicas oscuras raídas dejando ver graves heridas en su piel.

Rápidamente tres personajes portando antorchas corrieron a prender fuego a la pira, la cual fue invadida por el fuego rápidamente. Al calor del fuego, el hechicero oscuro comenzó a gritar de una forma siniestra y aterradora. Mientras su piel reventaba en ampollas sanguinolentas miró fijamente a los ojos del general que lo había capturado y condenado y le gritó:

-¡Necio ignorante! ¡Lamentarás haber acabado con mi vida! ¡Te condeno a morir de una forma macabra! ¡Morirás atravesado por tu propia espada!

La cara del general adoptó una mueca de congoja y terror. Se giró bruscamente y desapareció entre la multitud mientras oía las carcajadas diabólicas del brujo mientras era consumido por el fuego.

Era ya más de media noche y la tormenta aún no había amainado. El general seguía sin poder dormir dándole vueltas a las palabras pronunciadas por aquel siniestro ser. Apunto estaba de conciliar el sueño cuando de pronto una heladora voz que lo llamaba lo alteró. Sintió un frío espantoso y todo su vello se le erizó al volver a oír la misma voz. Enseguida se incorporó y escudriñó la oscuridad de su habitación. Solo pudo ver aquello que la tenue luz de una vela iluminaba con su temblorosa luz.

El general estaba horrorizado, su cuerpo temblaba de miedo y un sudor frío recorría su cuerpo. Sabía que tras la poca luz que rodeaba su cama había algo que lo llamaba, pero no acertaba a verlo. La voz se volvió a escuchar en la sala…

-¿Asustado? No lo estabas cuando te presentaste ante mi y mandaste a tus soldados que me apresaran… y me quemaran…

Tan pronto como la voz pronunció aquellas palabras, brotaron a la mente del general las imágenes de la muerte del brujo y las palabras que éste pronunció.

Rápidamente, el general saltó de la cama semidesnudo y corrió a través de la oscuridad hacia donde se encontraba su arma y armadura.

-¿Crees que servirá de algo? ¿Qué conseguirás con eso, sentirte más seguro? Te creía más listo. Me haces reír.

En ese momento unas profundas carcajadas resonaron en toda la habitación. El general vislumbró su armadura, y entre las risas levantó la visera del casco para colocárselo descubriendo el rostro pálido del brujo. En un grito de horror el general retrocedió mientras dejaba caer el casco. La armadura dio unos pasos antes de deshacerse entre azuladas llamas. Al fin los ojos nerviosos del general pudieron ver la figura espectral del hechicero oscuro que avanzaba hacia él.

-¡Pagarás el precio por haber acabado con mi vida! ¡Te arrepentirás durante toda tu vida por lo que hiciste! ¡Aterrorízate y sufre mortal!

Horrorizado, el general comenzó a huir de aquel fantasma que no dejaba de perseguirlo. Atravesó la sala oyendo toda clase de sonidos de ultratumba que gritaban su nombre; y ante la puerta que lo sacaría de aquella habitación volvió a aparecer el espectro, haciéndole caer. Se levantó tan rápido como pudo y corrió hacia otro lado de la habitación consiguiendo salir a un amplio balcón de piedra. Su cuerpo enseguida se empapó de agua y la humedad pronto caló en sus huesos. El ser fantasmagórico apareció de nuevo entre la oscuridad y rodeado de extraños vapores comenzó a avanzar rápidamente entre carcajadas hacia el general. Éste comenzó a retroceder y retroceder totalmente espantado hasta que se precipitó desde el límite del balcón. El general gritaba durante su caída hasta que su garganta se inundó de sangre.

Varios soldados salieron al exterior para ver que ocurría. Para su sorpresa vieron una escena escalofriante…

El cuerpo del general se encontraba atravesado por una enorme espada de mármol que sujetaba majestuosa una estatua levantada en su honor.

Magister

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