viernes, junio 20

Recuperando lo vivido

Jacob blasfemó al tropezar con una de las gruesas raíces de aquél paradisíaco lugar. Había trastabillado y caído a las orillas de un manantial, pero pronto cambiaría su expresión enfadada por la de asombro y fascinación.

La expedición en aquellas extrañas tierras estaba durando demasiado tiempo para su gusto. En un principio, él hubiera preferido que aquello hubiera durado menos, que hubiera sido una expedición más, como esas otras tantas que tiempo atrás había realizado; pero no estaba resultando así. Ya fuera por su avanzada edad o porque su compañero inseparable de aventuras no había podido acompañarle en este periplo, sus ánimos eran diferentes y por consiguiente todo su espíritu abocaba a la desesperación rozando el límite del abandono. Por otra parte, algo en su interior lo empujaba a seguir adelante.

Afloraba ahora a su mente el recuerdo de aquella mañana en la que su compañero había llegado a su despacho, apoyándose en su bastón de madera noble con la gran montonera de papeles bajo el brazo. Dejó caer todo sobre la mesa de Jacob con intención de distraer su atención prestada hasta ahora a un antiguo tomo de Historia Antigua. Rebuscó nervioso entre todos los papeles uno en concreto que mostró ante el rostro de su compañero. Al fin había llegado el momento, y tantos años de investigación habían dado sus frutos.

A partir de ahí todo comenzó a ir muy deprisa. Se organizó una expedición a marchas forzadas hacia tierras lejanas y exóticas, planificando en poco tiempo todo un viaje que duraría meses y meses. Pero el viaje no sería lo mismo sin Súlivan, ese compañero de fatigas y aventuras con los que había protagonizado grandes hallazgos durante tanto tiempo, y que ahora por motivos de una edad demasiado avanzada se veía en la obligación de abandonar a su compañero en periplo tan emocionante. Parecía que había sido ayer cuando el barco de vapor zarpaba de aquel remoto puerto y Jacob se despedía de su compañero con un profundo suspiro y alguna lágrima que recorría su rostro, maldiciendo a los hados por impedir que quién había descubierto aquello no pudiera acompañarle para verificar su existencia.

Y así fue como pasaron tres largos meses de expedición por parajes de ensueño. Jacob tampoco se alejaba mucho de la edad de su compañero, y por ello deseaba constantemente que su estado físico no le jugara malas pasadas en aquellos momentos tan trascendentales de su vida; pero tanto tiempo de búsqueda estaban haciendo mella en él. En cambio, los deseos y las esperanzas de poder volver y contarle todo a Súlivan le infundían nuevos ánimos, y más aún si hallaban lo que estaba buscando.

Al poco tiempo de transcurrir los tres meses desde la partida de Jacob una carta llegaba a las manos de Súlivan. Abriéndola rápidamente pudo ver que era una misiva escueta enviada por su compañero Jacob. Emocionado comenzó a leer las pocas palabras que en aquel papel se mostraban ante él:

“Mi querido amigo Súlivan:

Después de tres interminables meses puedo concluir que La Fuente de la Eterna Juventud existe.”

Magister

4 comentarios:

Magister_Mortis dijo...

Bueno, a todos aquellos que leeis mi blog os presento un nuevo relato después de este enorme parón, debido a que he tenido un duro curso por delante. Pero ahora que llega el verano puedo dedicarme a esto por completo.
Como ya he dicho aqui teneis un pequeño relato, espero que os guste.

PD: alomejor algunos os acordais de un anuncio en el que hay plasmada una pequeña aprte de este relato, de hecho me sirvió de inspiración para la elavoración de este relato.

Un saludo a todos!

El Mundo de Elibella dijo...

Fuente de la juventud... aquarius? :P

Magister_Mortis dijo...

No Elibella, lo que me sirvió de inspiración son las últimas palabras del relato, concretamente las letras que dedica Jacob a su amigo en la misiva que le envia.

Saludines ^^

El Mundo de Elibella dijo...

Claro! Si me referia a eso! :P